lunes, 22 de abril de 2013

Dos maneras de ver una fotografía.

Hay dos formas de mirar fotos:
rápida y lenta. No se refiere aquí a ver
pasar las fotografías a cuarenta o cincuenta imágenes por segundo. Se trata de
fotos ya fijas, que se pueden hojear, echarles un vistazo, o analizarlas despaciosamente
y a voluntad. No hay una máquina que nos las pase automáticamente.
Eso vale para cualquier foto. Pero el resultado es desigual.
Al hojear una revista, leer un periódico o conducir por la ciudad se pasa a
menudo inadvertidamente por delante de decenas de fotos. A cada una se le
echa un vistazo, a veces por el rabillo del ojo. Es cuestión de segundos. Con ese
sistema de
mirada rápida, el espectador/a reconoce la foto y seguramente el
mensaje directo que suele contener. Se apropia del significado de la foto y
queda tranquilo/a. Apropiándola se ejerce poder sobre la foto. En el cerebro
humano se produce una explicación inmediata y fácil del contenido de la foto.
Eso produce satisfacción: se han realizado los deberes bien. El premio es el
supuesto
poder sobre la foto. En el ser humano ese acto produce placer, asociado
con un cierto goce voyeurista. Es como si se estuviese viendo algo (el mundo)
por el ojo de una cerradura. Ver fotos, los «santos» de un libro, genera una
cierta alegría o satisfacción. Como señala Rose K. Goldsen, mirar imágenes
supone una fascinación especial en nuestra cultura
13.
Pero si se contempla una foto de forma
lenta la situación cambia. El experimento
es mirar una misma foto durante minutos, incluso media hora o más.
Entonces se descubren otros significados, más o menos ocultos. Pueden ser significados
generados voluntariamente por el fotógrafo/a o incluso inadvertidos
por ese fotógrafo/a. Se establecen relaciones con otros contextos, entornos, culturas,
tradiciones culturales, normas sociales, etc. Algunas fotos chocan o
inquietan sin que se sepa por qué; como muchas que anuncia la compañía
Benetton. Ese choque o sorpresa está buscado deliberadamente por los/as
anunciantes para llamar la atención. Si se mira despaciosamente una foto se
entiende mejor su significado, y el orden de las fotos en un reportaje o en un
estudio. El orden, o posición de una foto en el texto, es siempre importante,
pues entre muchos órdenes diversos, alguien (no necesariamente el
fotógrafo/a) escoge uno concreto. Cuando es el propio fotógrafo/a aporta nuevas
claves para entender la foto.
En una mirada
lenta se va perdiendo el poder sobre la mirada y sobre la
foto. Llega un momento en que los ojos se sienten confusos, no saben a dónde
mirar. Se pierde progresivamente el poder sobre la foto —inicialmente apropiada—
para terminar siendo poseído/a por la foto. Inevitablemente, cualquier
foto, sobre todo si es «importante», hay que ponerla en el contexto de la tradición
fotográfica, en verdadero diálogo con el resto de las fotos de la historia de
la humanidad; comparándola incluso con pinturas, cuadros, arquitectura, cultura.
No es verdad que las fotos sean robinsones crusoes aislados. Cada foto se
entiende en el contexto de los procesos fotográficos de las últimas décadas y en
general del arte. Hay ciento cincuenta años de historia de fotos «importantes»,
y las personas que se dedican a esta especialidad (como cualquier otros/as profesionales)
saben identificar cuáles son esas fotos, las recuerdan, las tienen fijadas
mentalmente en su cabeza, aparecen en los libros de historia de la fotografía.
Recuerdan y comparan. El proceso de conocimiento es parecido a la pintura,
escultura, arquitectura, diseño.
Una foto vista lentamente termina produciendo ansiedad, intranquilidad,
inquietud, incluso desconcierto. La foto recupera su poder sobre el observador/
a. Quizá es que quien recupera el poder sea el fotógrafo, que después de
sacar la foto desapareció para dejar su puesto al observador/a. Pero el fotógrafo/
a está allí cerca, agazapado, esperando la reacción del observador. Cuando se
mira detenidamente una foto cualquiera se intuye o se entiende mejor al fotógrafo/
a, así como el proceso de construcción de la realidad.
La idea fundamental es que la fotografía es una estrategia para el conocimiento
de la realidad social. Es una ciencia blanda, artística, lábil, pero con un
soporte nítido, duro, electrónico y químico. Ser un buen fotógrafo no es fácil;
«leer» fotos tampoco lo es. No es problema de tener una buena cámara, sino
un buen ojo y un mejor cerebro. Hay una estrategia para producir un portafolio
fotográfico como hay una estrategia para ver fotos o para escribir un buen
libro. En el presente artículo interesa saber qué es lo que se quiere ver o mirar.
En otro trabajo se presentan ideas de cómo producir fotos sociológicas.
Hay normas informales en fotografía que permiten conocer los límites o el
marco. Las fotos no deben estar trucadas, ni retocadas, ni alteradas sin previo
aviso. No deben estar del revés, ni cortadas, ni ampliadas sólo en una porción.
Una foto debe dar una información real de lo que se fotografía. Por eso cada
vez con más frecuencia se pide que la foto revelada incluya todo el negativo,
con los
bordes negros, sin alterar14. Una cierta ética es pedir permiso para fotografiar,
como lo hacen otros especialistas sociales para entrevistar (sociólogos,
antropólogos, médicos). Muchas veces se suele pedir permiso después de sacar
la foto. La mayoría de fotos reproducen el ojo humano, es decir, fueron sacadas
con un objetivo de 50 mm, similar a lo que el ojo capta (45 grados). La
distorsión que produce un gran angular, o la falta de intimidad de un teleobjetivo
es irritante para los/as mejores profesionales.
La polémica entre el uso del blanco-y-negro o el color no se ha zanjado
todavía. La fotografía clásica, carismática, noble, es casi siempre en blanco y
negro. La discusión se refiere más a la falsificación de la realidad. Ambos sistemas
(grises y color) falsifican la realidad. Primero, el gris, porque la vida no es
gris sino en colorines. Segundo, el color, porque no corresponde al color de
verdad. El de las fotos es un color químico ligeramente irreal. La gama de grises
reproduce una gradación más suave, más diversificada de los tonos. El color
apenas deja ver las tonalidades de grises. El blanco y negro permite que el fotógrafo/
a mismo lo revele y por lo tanto mantenga un cierto control sobre su
obra; en el color eso es casi imposible. Cualquiera de los dos métodos tiene sus
problemas.
Son más importantes los problemas prácticos. Una foto necesita
luz y tiempo.
Ambas características son sociológicamente peculiares: no sobran, no siempre
existen. Seguramente algunas de las situaciones o procesos más importantes
de la vida humana son infotografiables. En el terreno práctico es posible
reacciones violentas por parte de personas fotografiadas sin avisar. No es posible
vivir y fotografiar al mismo tiempo. Un buen fotógrafo/a viaja, vive, duerme
con la cámara; casi como un militar con la pistola. Pero conviene deslidar
el rol de ciudadano normal y de fotógrafo.

ANÁLISIS SOCIAL DE FOTOGRAFÍAS


Cualquier investigador/a social debe aprender a distinguir tres tipos distintos
de fotos:
fotos-ventana, fotos-espejo, y fotos-regla. Toda foto corresponde a
una de estas tres categorías. A menudo una misma foto puede tener características de dos o tres tipos. Un paso importante para saber de Fotografía y de
Sociología es entrenarse en distinguir estos tres tipos distintos.
La
ventana representa una foto que está abierta a la realidad. Al abrir una
ventana se ve el exterior. El objetivo de la foto es mostrar el mundo visible a la
luz, reproducirlo exactamente, mejor que en un cuadro. Al igual que una ventana
si no hay luz (si la ventana se abre en una noche cerrada) se ve poco o
nada. La fotos son muy exactas, y el paisaje o escena que se fotografía es una
visión real, empírica, detallada de la realidad. Las fotografías reproducen la realidad
con exactitud. No pueden ser falsas, a menos que se truquen o que la realidad
sea equívoca. Son como un testigo presencial, policial, de un hecho. Se
suele utilizar en casos penales como evidencia. La ventana abierta ¿es una
reproducción exacta de la realidad? Al menos lo es de una parte de la realidad,
precisamente la porción que en ese momento estaba enfocada por el fotógrafo/
a. Pero una fotografía (o una ventana abierta) dice poco de la parte de atrás
de la casa o de la realidad detrás de los árboles. Hay, pues, una selección de la
realidad previa: lo fotografiable, lo que se desea fotografiar, lo que se puede
fotografiar, lo que realmente se fotografía, y siempre que haya luz.
Se dice que una imagen vale más que mil palabras, es decir, más que cuatro
páginas de texto. La foto-ventana es un testimonio de un mundo que desaparece,
que a lo mejor nunca más volverá a ocurrir. Los mineros, o los agricultores,
fotografiados por los fotógrafos del siglo
XX (como hace Sebastião Salgado) son
seguramente los últimos trabajadores industriales de su tipo en la historia de la
humanidad. Se fotografían edificios que van a desaparecer y no sólo los rascacielos
nuevos que se construyen. Sabemos así cómo fueron construidos y cómo
fueron antes de derruirlos. La fotografía es especialmente útil para recordar la
historia.
Los
espejos reflejan los sentimientos del propio fotógrafo/a. Las fotos-espejo
representan una estrategia de expresión. Proyectan lo que el fotógrafo/a siente
ante una realidad social. La fotógrafa saca esa foto precisamente para hacer
sentir a otra persona (espectadora) de la misma manera. Las fotos de
petit bonheur,
de pequeña felicidad, durante la segunda postguerra mundial pretenden
hacer olvidar las secuelas de la guerra, así como las situaciones de hambre y
destrucción. Enfocan los contrasentidos chistosos o mínimamente paradójicos
de la vida cotidiana, de la
vida moderna a lo Sempé, olvidándose de las catástrofes.
Las fotos de pobres pueden tratar de llamar la atención sobre esa población
marginal, o quizá sobre lo que se denomina «la pobreza digna». Algunas
personas son pobres, pero tienen una mirada limpia, honesta. A través de la
televisión o de las revistas la fotografía hace llegar las injusticias del mundo
hasta el cuarto de estar. Se ven entonces en el propio hogar asesinatos o imágenes
de extrema pobreza o injusticia, que suceden en lugares remotos del planeta.
A veces eso ocurre casi de forma instantánea, gracias a que ya no sólo viajan
a través del espacio las palabras o el texto, sino también las imágenes.
La foto-espejo supone una transferencia desde el fotógrafo/a al espectador/
a. Trata de comunicar visualmente un pensamiento íntimo. La foto no es
más que una excusa. El mensaje es subliminal, indirecto, o simplemente sentimental.
El fotógrafo/a trata de persuadir de algo a cualquier espectador/a. Algo
similar ocurre con la pintura, pero sin utilizar necesariamente la realidad. Los
espejos valen para investigar la naturaleza humana, los valores vitales de las
personas. La realidad real no importa tanto como lo que ésta comunica. El
espejo puede utilizarse entonces como material autobiográfico, incluso para el
análisis psicoanalítico de una persona o un grupo social. Pero siempre es necesaria
una teoría o un paradigma para su interpretación. Así, en
Gender Advertisements,
Goffman no presenta una lista cualquiera de fotos de mujeres y varones
en roles distintos, algunos de ellos publicitarios (es decir, ficticios). El
sociólogo canadiense desarrolla un marco teórico conceptual que trata de
demostrar con las fotos. Este marco conceptual —como en
The Americans, de
Robert Frank— puede ser sutil, múltiple, poco definido, pero no hay duda de
que existe y está laboriosamente trabajado
11.
La cualidad principal de una fotografía es que sea
inquietante, extraña.
Dice o sugiere algo, pero no se sabe exactamente qué es. No queda claro a qué
se refiere o lo qué se está fotografiando. Si no hay pie de foto es difícil obtener
una interpretación rápida de la foto.
Inquietante es pues una característica
positiva en el arte, en la fotografía, pues estimula interpretaciones múltiples de
la realidad
12. El fotógrafo/a dispara y desaparece, pero deja su puesto para que
sea ocupado por el espectador/a. Curiosamente el espectador ocupa luego
exactamente el mismo sitio en que estaba antes la fotógrafa. Existe pues una
comunicación refleja entre ambas personas. De eso tratan precisamente los
espejos.
No todas las fotografías son
espejo o ventana, aunque sí lo son la mayoría
de ellas. Hay algunas fotos, sobre todo las publicitarias, que se producen desde
el mundo de la irrealidad o la fantasía, y que se pueden denominar
reglas o
normas. Suponen un sistema o estrategia de control social. Esas fotos no sólo
tienen un significado sino que producen significado. Dicen cómo otra persona
debe de conducirse o actuar, señalan lo que es bueno y malo. Dictan la moda:
cómo hay que vestir, pensar, comprar, sentir, desear, relacionarse, beber, viajar,
comer, hablar, etc. Suelen establecer una norma idealizada. A menudo existen
varias normas en una misma foto de este tipo. Quizá son mensajes distintos
para personas diversas. Por ejemplo, muchas fotos publicitarias que tratan de
vender algo (un coche, una lavadora, incluso cigarrillos) utilizan la foto de una
mujer guapa, provocadora. Es obvio que el mensaje no es igual para un espectador
varón que para una mujer. Aunque curiosamente en ambos casos puede
conseguir su objetivo: vender más ese producto que anuncia. Las fotos-reglas
son típicas de anuncios de todo tipo, de publicidad, revistas, incluso televisión.
Señalan lo que otra persona debe hacer; y el castigo que va a sufrir si no lo
hace. Son tipos ideales que incluyen el mensaje del contratipo. Es decir, dictan
una norma social, la contranorma, y a menudo incluso el castigo si no se sigue
la norma.
Cualquier foto pertenece a uno de estos tres tipos —
ventana, espejo,
regla
— o es una combinación de factores de los tres tipos en proporciones distintas.
Igual que los sueños son siempre una realización de deseos, las fotografías
no sólo describen la realidad sino que la construyen. La fotografía (una
foto, o el arte de la Fotografía) no es nunca inocente. Es parte de la cultura, de
la sociedad y mantiene un protagonismo determinado dentro de esa cultura.
Cada vez más una foto tiene diversos niveles de realidad. La Sociología enseña
dos cosas: a mirar fotos y a construirlas. Cuando se dedica tiempo a observar y
analizar una foto, el significado de esa foto cambia, a veces radicalmente. Basta
con observar una imagen o una foto con
ojo sociológico para que el significado
(y el placer) de mirar una foto se transforme.

Fotografía un apoyo visual para la sociologia.

 La fotografía es un apoyo visual para poder estudiar hechos sociales que le interesen al investigador, al igual que es una forma de reconstruccion de ese hecho social atravez de imagenes.




Marcha en apoyo a AMLO.















Es un apoyo para poder estudiar los cambios de una Ciudad, y su avance historico.






CD.de México actual.
CD.México 1

Breve historia de la fotografía y la sociología.

La Fotografía se inventa en 1839, la misma fecha en que Auguste Comte empieza a escribir sobre la nueva ciencia de la Sociología. La visión del mundo a través del anteojo o del teleobjetivo es, pues, iniciada por el nuevo espíritu positivo de la Sociología. Fotografía y Sociología son dos disciplinas hermanas, francesas por nacimiento, relacionadas desde su inicio. Ambas nacen en Europa, se exportan a América, y se reimportan a finales del siglo XX desde Estados Unidos a Europa. Vienen entonces con ropajes y temas nuevos pero conservan un sabor antiguo. En esta migración de retorno, o en su naufragio, muchos europeos/as perdieron el interés por las ciencias sociales lo mismo que por la fotografía. En los años del presente fin du siècle se observa un renovado interés por la fotografía como instrumento de análisis social. La fotografía fija es una mezcla de arte y técnica (mecánica y química) que consiste en congelar un instante del tiempo. En este sentido, el análisis del «momento decisivo» se puede convertir en un instrumento excelente de análisis de la realidad social. A menudo se transforma también en una construcción de esa realidad social, distinta pero comparable a la que es capaz de producir un texto escrito. Idealmente, la combinación de texto escrito e imagen proyectada es el objetivo fundamental de la sociología en el siglo XXI.

Auguste Comte


lunes, 8 de abril de 2013

Fotografia Social.

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¿Que es la sociología?

La sociología es una ciencia que se dedica al estudio de los grupos sociales (conjunto de individuos que conviven agrupados en diversos tipos de asociaciones). Esta ciencia analiza las formas internas de organización, las relaciones que los sujetos mantienen entre sí y con el sistema, y el grado de cohesión existente en el marco de la estructura social. La sociología puede ser estudiada a partir de distintos métodos: el cualitativo, que incluye descripciones y explicaciones detalladas de conductas, situaciones y sujetos, y que además puede incluir el relato de los participantes contado por ellos mismos; y el método cuantitativo, que se encarga de las variables que pueden ser representadas por valores numéricos (números) y que permiten buscar posibles relaciones a través del análisis estadístico. En cuanto a los principales paradigmas sociológicos, pueden destacarse el funcionalismo (que afirma que las instituciones sociales son medios desarrollados en forma colectiva para satisfacer necesidades de la sociedad), el marxismo (la teoría del conflicto), el estructuralismo, el interaccionismo simbólico y la teoría de sistemas. Así, hoy día es muy frecuente que se recurra a esta ciencia del individuo para llevar a cabo interesantes estudios entorno a aspectos latentes en nuestra sociedad que nos preocupan o interesan. En este sentido, es frecuente que se realicen estudios de corte sociológico para determinar el comportamiento de los jóvenes ante las drogas o el alcohol. A través de aquellos se obtendrán datos de las edades en las que comienzan a consumir, de los motivos que les llevan a beber o de si se sienten presionados por su grupo de amigos para hacerlo